El reciente anuncio de la probable canonización del Beato Pier Giorgio Frassati durante el próximo Año Jubilar constituye una prueba tangible de que el Señor continúa moldeando hombres y mujeres que destacan la esencia de nuestra vocación cristiana y a la vez nos dan ejemplos concretos de virtudes heroicas que todos podemos imitar — cada uno desde su propia vocación y estado de vida — en nuestros tiempos.
El testimonio cristiano de este joven que tanto disfruto estar al aire libre y las artes le ha meritado varios apodos, incluyendo “el hombre de las Ocho Bienaventuranzas”, conferido a él por San Juan Pablo II. Su camino al honor de los altares llega en un momento de gran importancia en la historia del catolicismo en el mundo y, en particular, en EE. UU. Cada vez que la Iglesia solemnemente crea un nuevo santo, proclama al mundo las maravillas que Dios obra en quien se abre a Su gracia y es dócil a la acción del Espíritu Santo.
En EE. UU. su canonización será celebrada dentro del marco del Avivamiento Eucarístico Nacional, una iniciativa de la Conferencia Episcopal Estadounidense para fomentar una mayor reverencia y devoción a la Presencia Real de Jesús en la Santísima Eucaristía y para presentar, con renovado vigor y celo apostólico, el grandioso don de la Eucaristía mediante el cual Jesús cumple su promesa de permanecer con nosotros hasta el fin del mundo. Los múltiples eventos que se han organizado tienen como meta facilitar a cada participante un encuentro personal con Jesucristo en el sacramento de Su Cuerpo y de Su Sangre.
Esta relación con nuestro Señor Eucarístico es el lente mediante el cual el Beato Pier Giorgio contemplaba su propia existencia y el mundo que lo circundaba. Su espíritu juvenil y alegre hablaba volúmenes sobre la importancia de su fe a todos los que lo conocían personalmente y, hoy en día, constituye un gran legado para nuestros jóvenes, especialmente cuando somos conscientes del declive en el número de jóvenes que se identifican como católicos y llevan una vida sacramental activa. El Beato Frassati dirigió las siguientes palabras en un discurso a jóvenes católicos: “La verdadera felicidad, queridos jóvenes, no consiste en los placeres de este mundo ni en las cosas terrenas, si no en tener la conciencia en paz, lo cual solo podemos alcanzar si somos puros de corazón y de mente.”
Los resultados de la encuesta llevada a cabo por el Pew Research Center en el 2019 revelo que solo un tercio de los católicos en EE. UU. creían en la verdadera presencia de Jesucristo en la Eucaris-tía. La estadística fue desgarradora y escandalosa. Sin embargo, mientras que muchos se han esforzado — justamente — por identificar los factores sociológicos y eclesiológicos que han contribuido a una comprensión errónea del misterio central de nuestra fe católica, la Iglesia Católica en EE. UU. se prepara para celebrar y reiterar — entusiásticamente — que Jesucristo esta verdaderamente presente, Cuerpo y Sangre, Alma y Divinidad, en la Eucaristía, velado bajo las especies de pan y vino.
El Avivamiento Eucarístico Nacional tiene como fin reiterar lo que proclamo el Segundo Concilio Vaticano, principalmente que “la Eucaristía es la fuente y culmen de la vida cristiana” y como tal es esencial a nuestra vida discipular y fundamental a nuestra identidad católica. Al prepararnos para esta importante experiencia eclesial, como Diocesis y como país, acudamos a la intercesión del Beato Frassati. Oremos para que el Beato Pier Giorgio nos ayude en la tarea de cultivar una cultura auténticamente Eucarística aquí en nuestra Diocesis y en todo el mundo católico.