Indudablemente una de las esculturas más reconocidas a nivel mundial, la Piedad de Miguel Ángel le da la bienvenida a todos los peregrinos que entran a la Basílica Papal de San Pedro, en el Vaticano. La historia detrás de esta emblemática obra de arte tiene un profundo—aunque no muy conocido—vínculo con el sacerdocio.
Durante mis años de seminario y aun ahora como sacerdote, la escultura es una de mis obras de arte favoritas precisamente porque he visto la manera en que toca tanto a creyentes como a los no-creyentes una vez comparto su significado. Su belleza objetiva no solo logra comunicar su valor artístico si no también su significado espiritual. Es imposible no pensar en las famosas palabras del gran Dostoevsky: «la belleza salvara el mundo».
Terminada a la temprana edad de 23, Miguel Ángel Buonarroti demostró su genio escultórico al esculpir las dos figuras que conforman la obra de un solo bloque de mármol de Carrara. La comisión introdujo a Miguel Ángel en el mundo artístico romano. Tanta controversia causo la obra que el joven artista se sintió obligado a grabar su nombre en la obra para disipar rumores de que no era su autor.
La pieza fue comisionada por un cardenal francés, el cual quería que el joven artista hiciese «la obra marmórea más hermosa en Roma, algo que ningún otro artista pudiera replicar o hacer mejor». La escultura probablemente estaba destinada para coronar el altar donde el sacrificio de la Misa se celebraría, en una de las capillas laterales. Por ende, el sacerdote, celebrando ad orientem (hacia el oriente), hubiese sentido que estaba a los pies de Jesús y de la Virgen durante la celebración eucarística. Es precisamente este detalle que permite que desborde el significado sacerdotal de la obra de arte.
Mientras que la escultura nos muestra a la Santísima Madre sosteniendo el cuerpo sin vida de su hijo, una mirada más detallada nos revela que, de hecho, ese no es el caso. La verdad es que María solo está sosteniendo a su hijo con su mano derecho bajo el brazo de Jesús. Ella ni siquiera lo toca con su mano izquierda. La mano derecha de la virgen está en un ángulo, en posición de una mano que da o dona. Después, si vemos la pierna derecha de Jesús, nos da la impresión que Jesús lentamente se está deslizando en las piernas de María y eventualmente caerá al piso.
Sin embargo, dentro del contexto de la Misa, Jesús no se está cayendo si no que más bien, esta siendo donado al sacerdote de las manos de la Virgen. El cuerpo sin vida de Jesús está siendo entregado a las manos de sacerdotes para que este recobre vida a través del pan y el vino consagrado, mediante los cuales Jesús se hace presente, Cuerpo y Sangre, alma y divinidad. Este gran intercambio entre la Madre de al Iglesia y el sacerdote se hace posible gracias al Sacramento de las Ordenes Sagradas. Cristo se hace presente en cada Misa por medio de las manos consagradas del sacerdote, quien continua la labor salvífica de Cristo al nutrir a Su Pueblo con Su Cuerpo y con Su Sangre.
Hoy día la Pieta es mucho más que una obra de arte, es un testamento al hecho de que la verdad, el bien, y la belleza, hallan su fuente y culmen en el Hijo de Dios. La escultura está ubicada de manera estratégica en la primera capilla lateral que saluda a los peregrinos que pasan por la Puerta Santa durante este año del Jubileo de la Esperanza. Al admirar su belleza, los peregrinos podrán vivir de lleno las palabras del mismo Miguel Ángel, de que “la verdadera obra de arte es solo una sombra de la perfección divina».
Father Cesar Jaramillo is a priest of the Diocese of Paterson and a regular contributor to The Beacon in English and Spanish. He is currently in Rome for graduate studies.