Jubileo de los Movimientos Eclesiásticos Diocesanos

Del 23 al 27 de junio de 2025, la Parroquia María Auxiliadora en Paterson, NJ, fue sede del Jubileo de los Movimientos Eclesiales Diocesanos, una iniciativa organizada por la Oficina del Ministerio Hispano/Latino, bajo la dirección de María Moncaleano. Fue una semana de encuentro, formación, oración y, sobre todo, de comunión eclesial.

A lo largo de esos días, diversos grupos y movimientos eclesiales de nuestra diócesis se reunieron bajo un mismo espíritu: seguir a Cristo desde la riqueza de sus carismas, con un solo corazón, y en fidelidad a la misión de la Iglesia.

La apertura del Jubileo estuvo marcada por la Santa Misa presidida por el Obispo Kevin J. Sweeney, quien en su homilía nos ha exhortado a vivir como verdaderos peregrinos de esperanza, llamados a una vida de conversión y santidad. Inspirado en la oración de San Francisco de Asís “Señor, hazme un instrumento de tu paz”, el Obispo animó a todos los presentes a ser líderes humildes, pacientes y coherentes, capaces de enseñar con el ejemplo y de reconocer la acción misericordiosa de Dios en la propia vida.


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Comentando el Evangelio del día, recordó las palabras de Jesús: “No juzguen y no serán juzgados; porque con la medida que midan, serán medidos”. Y añadió el Obispo: “Mirar primero nuestro propio corazón, reconocer nuestras propias limitaciones antes de señalar las de los demás, “si hacemos eso sinceramente, podemos aceptar con responsabilidad nuestra vocación como líderes en los movimientos, en las parroquias, y en nuestras familias”.

Durante los días siguientes, se llevaron a cabo talleres de formación enfocados en el crecimiento espiritual, el liderazgo pastoral y la misión compartida de evangelizar. Fue una oportunidad única para conocerse, compartir experiencias, y descubrir aquello que los une como una Iglesia en misión.

Juan Matías, coordinador de la Renovación Carismática, lo expresó con claridad: “Se aclararon muchas dudas y se vio que, al final, todos coincidimos en un mismo punto, el llevar a las personas a los pies del Señor y mostrarles la importancia de la Santa Eucaristía. Ojalá este tipo de encuentros se repita más de una vez al año”.

Por su parte, Luz Marina, del movimiento de Cursillos de Cristiandad, destacó cómo el encuentro reforzó la unidad en la diversidad: “todos tenemos una sola misión con diferentes carismas: llevar la Buena Nueva para que todos conozcan más de Cristo y de nuestra Iglesia”.

Miriam Rodríguez, de la Hermandad de Emaús mujeres de San Antonio de Padua, compartió su gratitud por la iniciativa: “Me parece una gran oportunidad para la unidad de todos los grupos de nuestra comunidad. Al final, todos tenemos un objetivo común: servir a Cristo por medio de nuestra Iglesia”.

De igual modo, Manuel Sosa, del Movimiento Juan XXIII, se mostró entusiasmado con el futuro “después de esto, seremos una diócesis más unida. Sería bueno tener más encuentros como este”.

Mas allá de las actividades programadas, varios participantes compartieron testimonios de conversión y frutos concretos de fe. Danilo Melan, coordinador de Emaús Hombres en Passaic, compartió cómo su experiencia en el movimiento transformó su vida y su familia: “gracias a Emaús y a nuestra parroquia, mi esposa y yo recibimos recientemente el sacramento del matrimonio. Esta hermandad nos ayudó a comprender la importancia de vivir los sacramentos con fe y compromiso. Como familia, hemos tomado la decisión de vivir el Evangelio en nuestro hogar”.

El evento cerró con una profunda sensación de gratitud y esperanza. El Obispo Sweeney agradeció personalmente a todos los líderes y participantes de los movimientos, reconociendo su entrega, su fe y su servicio a la Iglesia. También agradeció de forma especial el esfuerzo y la dedicación de María Moncaleano, cuyo trabajo organizativo fue clave para que esta semana de gracia y unidad fuera posible.

Sin duda, fue una semana para recordar, pero también un nuevo comienzo. Ciertamente cuando el Espíritu Santo une corazones, la Iglesia se fortalece, crece y se llena de vida. Esto fue justamente lo que se vivió en este Jubileo: una Iglesia viva, diversa y profundamente arraigada en Cristo.

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