Fotograma de la película Sound of Freedom. (PHOTO|ANGEL STUDIOS)

El Sonido de la Libertad: Un duelo entre el Bien y el Mal

El poeta supremo y padre del idioma italiano Dante Alighieri en su obra maestra “La Divina Comedia” escribió que “los confines más oscuros del infierno están reservados para aquellos que eligen mantenerse neutrales en tiempos de crisis moral.”

Eso fue lo que me vino a la mente después de ver la película que ocupa el primer puesto en EE. UU. actualmente, “El Sonido de la Libertad,” producida por el actor provida mexicano, Eduardo Verastegui. La película permite que la audiencia se concientice del mal intrínseco de la trata de niños, la cual sigue siendo una industria multibillonaria ($150B) en el siglo XXI. La narrativa de la película se basa sobre una historia real en la cual dos niños son arrebatados de su hogar y explotados sexualmente a manos de una red de tráfico infantil. Esta crisis se ha convertido en el “elefante en la habitación” que ningún medio quiere afrontar.

Sin adentrarnos en los detalles desgarradores de la historia, el drama del rescate de los niños por parte de Tim Ballard, un exagente de la CIA, pone al descubierto la frialdad e indiferencia por parte de muchos que permite que el mal germine en nuestra sociedad — a menudo en los rincones más remotos y desfavorecidos de nuestros países — afectando a los más indefensos de la familia humana.

Sin embargo, el desenlace de la cinta destaca la heroicidad colectiva de personas que luchan para que el bien prevalezca y las cuales están dispuestas a darlo todo con tal de “amar a Dios sobre todas las cosas y a su prójimo como a sí mismos” a través de su empeño por acabar con el sacrificio infantil sobre los altares de la perversidad.

La frase pronunciada por Caviziel durante la película, “los hijos de Dios no están a la venta,” se ha vuelto viral en las redes sociales y se ha convertido en el lema de los que quieren ponerle fin a la tragedia del tráfico infantil. Esta recalca y afirma la sacralidad de la dignidad de cada persona, sobre la cual se fundamenta toda la antropología cristiana y esta, a su vez, sirve como baluarte para los derechos humanos.

La cinta tiene un hilo conductor palpablemente cristiano a raíz de la profunda fe que anima la vida de su productor, quien es conocido por sus esfuerzos de abogacía provida y su desenvolvimiento en grupos católicos por la promoción y respeto de la libertad religiosa. En varias entrevistas Verastegui ha descrito la producción como un “milagros de Dios” ya que llego a cumplimiento aun en medio de un sinnúmero de obstáculos e inclusive amenazas de muerte.

Verastegui y su equipo, el cual incluye a Jim Caviziel, el actor que interpreto a Jesús en la famosa película de Mel Gibson «La Pasión de Cristo» atribuyen el éxito de la cinta a la providencia de Dios y al esfuerzo herculeano de muchos para luchar contra este mal que esclaviza a más de 27.5 millones de víctimas, de las cuales se estima que el 20% sean niños (Dpto. de Estado de EE.UU., Naciones Unidas).

Después de ver la película, se llega a la convicción que tanto el bien (como el mal) no pueden crecer en el aislamiento, comprobando de cierta forma lo que escribió Dante hace más de 500 años. Tarde que temprano las personas tienen que elegir un bando, puesto que permanecer neutral ante una situación intrínsecamente malvada termina por hacernos cómplices de estos crímenes que destruyen vidas, destrozan familias, y dejan heridas profundas en quienes sufren a manos de los perpetradores.

Para los que aún no han visto la película, ¡vayan a verla! Y para los que tal vez no cuentan con los recursos para hacerlo, basta con pedir su boleto gratuito usando el siguiente enlace: www.angel.com/pay-it-forward/sound-of-freedom

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