Visitors gather in St. Peter's Square at the Vatican Feb. 16, 2025. Pope Francis was unable to pray the Angelus in the square because he was hospitalized for treatment of a respiratory tract infection, but the Vatican released a written message from the pope to accompany the Angelus. (CNS photo | Pablo Esparza)

Bernini y los brazos de la Iglesia abiertos a ¡todos, todos, todos!

La Plaza de San Pedro es un lugar icónico para todo católico. Este vasto espacio público ha sido testigo de innumerables encuentros y celebraciones litúrgicas a lo largo de los siglos y por ende se ha convertido en un referente pictórico y geográfico a la hora de hablar de la fe católica. Su majestuosa y homónima Basílica destaca por su belleza y por la inmensidad de su cúpula, diseñada por el gran Miguel Ángel.

La plaza debe su configuración y diseño a un sueño del gran escultor del barroco, Gian Lorenzo Bernini. Este fue encargado con remodelar y construir lo que hoy conocemos como la Plaza de San Pedro. Diseño la columnata que hoy acoge a todos los peregrinos que entran al Estado de la Ciudad Vaticano y la cual el mismo describió como «los brazos de la iglesia que acogen a todos los católicos para reforzar su fe».


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El significado de la columnata es particularmente relevante en nuestro clima social y tiene un mensaje para todos nosotros, especialmente en estos días de tanta polarización. Las 284 columnas están coronadas por capiteles dóricos y representan los brazos de la Iglesia, Madre de toda la humanidad, redimida por la pasión, muerte, y resurrección de Jesús. La columnata esta coronada por enormes estatuas de santos, hombres y mujeres cuyas virtudes heroicas les han meritado el honor de los altares y hoy conforman la iglesia triunfante en el cielo, desde donde interceden por todos nosotros—la iglesia militante—aquí en la tierra.

La frondosidad travertina de la columnata y su forma de brazos nos hacen pensar en las famosas palabras del Papa Francisco: «¡Todos, todos, todos!» Ellas nos recuerdan que la Iglesia es Madre y como tal sus brazos se extienden para acoger a todo hombre y mujer de buena voluntad, sin importar raza o credo. Su significado cobrara vida de una manera muy especial durante este Año Jubilar de la Esperanza, ya que se esperan que más de 37 millones de peregrinos pasen por la Plaza de San Pedro y sean acogidos por ella durante su estancia en la Ciudad Eterna.

En esta época en que ideologias aislacionistas corren rampantemente por nuestro país amenazando la dignidad de los más vulnerables entre nosotros, la columnata de Bernini nos recuerda que el «ordo amoris» as auténticamente cristiano solo en la medida en que nos impulsa a construir puentes y no muros, como lo hizo el Buen Samaritano. La primacía del amor en una antropología verdaderamente cristiana parte desde una premisa fundamental: la inalienable dignidad de cada ser humano. El Buen Samaritano supo ser vulnerable en una situación que requería valentía, no solo desde el punto de vista social si no también espiritual. El heroísmo de su compasión fue lo que le permitió salir de su zona de confort para mirar al extranjero con ojos de amor y no de desconfianza.

Así también los brazos de la Iglesia, simbólicamente representados en la columnata de Bernini, pueden ser fuente de inspiración y un llamado a todos los cristianos a construir un mundo donde cada ser humano sea acogido, respetado, y valorado, como lo resalto el Santo Padre en su más reciente carta a los obispos estadounidenses. Dentro del marco del Año Jubilar de la Esperanza, no está de más pedir la gracia de ser embajadores de aquella esperanza que arraiga su razón de ser en Cristo, quien nunca defrauda.

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